jueves, 6 de mayo de 2010

Cofre de Aiah


Cuando arme este blog, la idea se basaba en reunir escritos publicados en distintos sitios de Internet junto con la esperanza de tomar voluntad para escribir todo eso que relato en mí, historias que solo logran ser contadas una vez mientras mueren en mi memoria.

Hace más de un año pasó eso, y recién hoy retomo el tema. Quizás esta vez me cumpla el deseo.

Intente bautizar el sitio de otras maneras, no recuerdo con exactitud como, en medio pasó a ocultarse bajo un nombre aun más simplón debido a que la advertencia de cabecera no era respetada. Algunos de los textos y frases fueron temidas por personajes reales que no distinguen la ficción de la realidad. Hasta que descubrí lo que era, no algo que pensé, sino algo que se formo, por eso el nombre vino después, es un cofre, una caja como la que en realidad guardo llena de papeles, dibujos y pocas fotos, objetos de valor, por ser mas que objetos.

“Cofre de Aiah” como finalmente se identifica es donde Aiah guarda sus cartas, descubrimientos, recuerdos, ideas, promesas y deseos mas íntimos de llenos de oscuridad atrayendo luz. Textos de contenido y frases similares, muchos son proyectos para nuevos escritos mas extensos, con correcciones y afinados. Ideas que se repiten con constancia, algunas vulgares de más.

“Cofre de Aiah” es un espacio dentro de “Aiah Soul”, aunque nace primero como esencia de un estilo, “Aiah Soul” es su habitación, en donde se nombran y muestran personajes reales y se asoman unas cuotas mas de realidad.

Es su caja musical, la que abre deseando expresar lo que ve detrás de lo concreto, donde busca consuelo o solo descarga. Claro que Aiah no dejaría de agregar detalles abstractos en “Aiah Soul”, la diferencia esta en la inclinación y porcentaje de componente, por lo tanto quizás compartan publicaciones en común.

Por hoy, gracias a los que creen en mis letras como dichos reales y a los que me estimulan a crear con buenos deseos.


Aiah


Dame fuego

La primera vez que fume creo que tenia unos 12-13 años, le saque un Marlboro a papá, y me metí en el baño, tenía una curiosidad. Me acuerdo que cuando inhale el humo me quemo la garganta, me irrito la boca. No lo entendía, cómo era y cómo es posible que la gente fume si es tan asqueroso y ardiente. Era como el vidrio hecho humo. Me sentí frustrada más que decepcionada, creí que era inútil para todo.

Con el tiempo mis amigas y yo decidimos hacernos las originales fumando a escondidas de grandes y mostrándonos al resto de indesarrolladas pubertades, yo compraba Camel, mientras mi garganta se adaptaba a los azotes de humo y pasaba de seda a cuero.

Fue entonces cuando abandone la escolaridad, allá por mis 14 mocosos años, cuando la
nostalgia de supuestos “buenos tiempos” me llevo a prender cigarros en soledad y me transporto a sensaciones de gloria.

Al principio sentía mareos, y ese acto masoquista solía aliviarme. La sensibilidad cesaba, y un cigarrillo encendido resultaba ser una visita, una presencia. Claro que la soledad se volvió protagonista de mi tiempo, única, sola, y comenzaron las aventuras mentales, todas acompañadas de un cigarro. En unos meses el hábito de fumar se volvió un ritual repetitivo excusado por absolutamente todas mis emociones.

Pasaron los años, vi iniciarse como fumadores a amigos y hermanos, muchos desertaron, pero yo seguía sumando más dependencia al hábito y perdiendo aire, mí alrededor se tiño de humo, colores envejecidos, mi cuerpo comenzó a quejarse, y mi cerebro cada vez menos oxigenado se desesperaba, ahora era inútil para respirar.

Desde siempre el vicio desgasto mis puntos débiles que se veían menos fuertes ante la necesidad de fumar. Años atrás podía cantar, con algunas dificultades apadrinadas ahora por Lucky Strike.
Hoy mi voz se recupera en terapia intensiva.

Comencé a abandonar el pucho hace menos de una semana, corto tiempo y sin embargo, estos días me desperté y respire, todo pesa menos, es mas facil. Siento animo, había olvidado esa sensación.
Aunque poco, algo sigo fumando. Esto es genial.

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